Las
recomendaciones que se presenta a continuación se ubican en el contexto del
grupo de clase y de la Institución educativa y benefician tanto el
funcionamiento de los niños con problemas como el de los otros niños.
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1. DISPOSICIÓN DEL ENTORNO FÍSICO DEL AULA
Los
profesores suelen manifestar que es preferible el uso de filas individuales o,
como mucho, filas de a dos, para minimizar las distracciones de los niños. En
el caso de utilizar agrupaciones, lo mejor es colocar los pupitres en forma de
herradura, que permite la interacción, el trabajo independiente y el fácil
acceso del profesor a todos los alumnos de la clase.
Aquellos
estudiantes que presenten mayores dificultades (discapacitados, "alumnos
nerviosos", etc.) deben estar ubicados cerca del profesor, sin que ello se
interprete como un castigo, y lejos de la entrada o las ventanas, para evitar
distracciones. Es conveniente situar a su lado niños que sean buenos modelos,
compañeros que trabajan bien, que sean atentos cuidadosos y ordenados.
En los
pupitres deben aparecer sólo los materiales imprescindibles
para llevar a cabo el trabajo asignado en cada momento. Hay que evitar que
estén a la vista objetos interesantes no necesarios que inviten a su
manipulación y a descentrarse de la tarea.
Ciertos
autores manifiestan la necesidad de establecer un espacio en el colegio y un
rincón en la clase para que los niños "conflictivos" puedan ser
separados de sus compañeros cuando sea necesario, pero estas medidas son
extremas, que deberían limitarse únicamente a casos muy graves.
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2. MANEJO DE CLASE. DISCIPLINA,
NORMAS Y EXPECTATIVAS
Los niños
necesitan disciplina, normas de funcionamiento y límites claros
a su comportamiento.
Para mayor eficacia, el maestro debe lograr una buena relación afectiva y ser
paciente y comprensivo. Debe ser consciente de que el niño no desea engañar ni
fastidiar a nadie y de que, a menudo, no sabe cómo controlar y regular su
propia conducta.
En general,
los profesores creen que los niños saben cuáles son las normas de
funcionamiento en el aula. Diversos estudios empíricos confirman que esto no es
cierto. Algunas claves para evitarlo son:
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Recordar
periódicamente las normas de clase a los alumnos, clarificarlas y ejemplificar
su cumplimiento en alumnos que las sigan.
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Exponer las
normas fundamentales en la clase en lugar bien visible.
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Circular con
frecuencia por la clase controlando la conducta de los alumnos y
proporcionándoles el conveniente feedback sin importunar a los demás.
·
Asegurarse
de que las actividades y las rutinas de funcionamiento han sido entendidas por
los alumnos.
·
Alabar
conductas específicas y evitar referencias generales. Es mejor decir "Me
gusta cómo has hecho estos ejercicios" que "Has sido bueno".
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Cuando sea
preciso castigar al niño será preferible hacerlo en privado, en tono positivo,
dando alternativas y proporcionando pautas claras de acción. No conviene
quitarle tiempo de
recreo.
·
Evitar
castigos o consecuencias negativas para toda la clase que se basen en la
conducta del niño conflictivo.
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Para lograr
la generalización de la buena conducta el tutor debe establecer comunicación
constante con los demás profesores del aula y con los que atienden al niño en
el comedor y en el patio, y recompensar las conductas pertinentes.
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Hay que
enfatizar la importancia de la propia organización,
se deben ofertar modelos para ello y se debe establecer un programa y
rutina diarios de funcionamiento en clase.
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Se puede
mostrar cómo el profesor valora la organización estableciendo cada día 5
minutos para que los alumnos ordenen sus pupitres, carpetas, etc.
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Se puede
premiar la
organización recompensando cada día de alguna forma a la fila
de pupitres que mejor tenga organizadas sus cosas.
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Hay que
utilizar sistemáticamente la "agenda escolar" que el niño deberá
llevar a casa como medio de comunicación diario con las familias.
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